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Los hechos sobre Humo quirúrgico

Los hechos sobre Humo quirúrgico

Última actualización March 22, 2025

Según datos de 2018, de los 1,7 millones de médicos y 3,1 millones de enfermeros que trabajan en la UE, miles trabajan en quirófanos cada día. Esto incluye a los 400.000 cirujanos que trabajan en quirófanos en toda la UE. El humo quirúrgico, que se produce en los quirófanos (OR) cuando se utilizan equipos electroquirúrgicos, láseres y otros equipos de energía, puede contener en función de los tejidos una variedad y diferentes cantidades de sustancias nocivas, entre ellas carcinógenos de categoría 1A como el benceno y el formaldehído. Si se está expuesto al humo quirúrgico, un día en el quirófano puede ser tan peligroso como fumar 27 cigarrillos al día, lo que supone una amenaza importante para la salud del personal de quirófano en toda Europa.

Los médicos, las enfermeras y los técnicos de quirófano pasan mucho tiempo en los quirófanos y, por tanto, están muy expuestos a los riesgos del humo quirúrgico, respirando aire que contiene hasta 150 toxinas nocivas, entre ellas carcinógenos bien conocidos.

Dónde se producen los riesgos

El humo quirúrgico, también conocido como penacho de diatermia, se produce durante la cirugía y se genera al utilizar dispositivos quirúrgicos como láseres, unidades electroquirúrgicas, unidades ultrasónicas, unidades de cauterización y taladros y fresas de alta velocidad utilizados para cortar y diseccionar tejido. El humo quirúrgico contiene diversas sustancias tóxicas, como benceno y formaldehído.

Las enfermeras, los cirujanos, los anestesistas, los técnicos, los veterinarios y todos los que trabajan en quirófanos son los que más riesgo corren de sufrir complicaciones de salud por el humo quirúrgico debido a una exposición excesiva. También es importante señalar que los trabajadores sanitarios no son los únicos en peligro por el humo quirúrgico.

Más sobre el peligro

El humo quirúrgico se compone de aproximadamente un 95% de agua y un 5% de vapores orgánicos y restos celulares en forma de partículas. La materia particulada se compone de sustancias químicas, partículas de sangre y tejidos, virus y bacterias. Esta variedad de sustancias tóxicas y nocivas son peligrosas para las personas expuestas a ellas.

Los componentes del humo quirúrgico incluyen acetonitrilo, acroleína, benceno, tolueno, formaldehído e hidrocarburos aromáticos policíclicos. Los estudios han demostrado que hay compuestos químicos y biológicos presentes en el humo quirúrgico que son irritantes, mutagénicos, cancerígenos y neurotóxicos.

Peligros que pueden ocurrir

El humo quirúrgico puede causar daños directos e indirectos por las partículas que contiene. En el caso de los efectos directos, puede provocar irritación de los ojos y la piel (lo que se conoce como dermatitis), cefaleas agudas o rinitis alérgica en el personal de quirófano de los hospitales. También puede aumentar el riesgo de afecciones pulmonares crónicas, como el asma ocupacional y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Las investigaciones han demostrado que las enfermeras de quirófano tienen mayor riesgo de asma grave persistente que otras enfermeras.

En cuanto a los efectos indirectos, se ha señalado que puede provocar complicaciones en el embarazo e infertilidad en las mujeres cirujanas. También existe la preocupación de que el humo quirúrgico pueda transmitir infecciones, como virus vivos o bacterias.

Qué puedes hacer

Existen diversas tecnologías para hacer frente al humo quirúrgico, algunas más eficaces que otras. Entre ellas se encuentran los sistemas de ventilación elevada, los dispositivos locales de extracción de humo y las mascarillas quirúrgicas de filtración. Un planteamiento global requiere que se utilicen distintas tecnologías a la vez. Al capturar el humo directamente en la fuente y filtrar las partículas pequeñas, los dispositivos de evacuación local garantizan una exposición mínima o nula a los efectos nocivos del humo quirúrgico. Aunque pueden utilizarse varios mecanismos para proteger la salud de quienes trabajan en quirófanos, nada es tan eficaz como capturar el humo quirúrgico directamente en la fuente y filtrar las partículas pequeñas. Los dispositivos de evacuación local ofrecen la mayor protección a los profesionales sanitarios y a los pacientes. Por tanto, se recomienda evacuar el humo quirúrgico a una distancia no superior a 2 cm de la fuente para minimizar el riesgo de exposición.

Sin embargo, los tejidos pueden dividirse en tres clases distintas según su producción de humo quirúrgico. Tejidos de alto PM, como el hígado, tejidos de PM medio, como la corteza renal, la pelvis renal y el músculo esquelético, y tejidos de bajo PM, como la piel, la materia gris, la materia blanca, los bronquios y la grasa subcutánea.

Aunque la captura en la fuente es muy eficaz en general, puede no ser suficiente para los tejidos con alto contenido de PM, como el hígado. Incluso con sistemas de evacuación de humos, las concentraciones de partículas pueden alcanzar niveles insalubres cuando se trabaja en tejidos con alto contenido en PM. Esto sugiere que son necesarias medidas de protección adicionales, como filtros ULPA, medidas organizativas (por ejemplo, reducir el número de personal y la duración de su presencia en el quirófano) y respiradores (FFP3), junto con los evacuadores de humos, para garantizar una protección adecuada del personal del quirófano.

Las mascarillas y los sistemas de ventilación se utilizan mucho en los quirófanos, pero resultan ineficaces contra el humo quirúrgico. Por ejemplo, el 77% de las partículas del humo quirúrgico no son filtradas adecuadamente por las mascarillas quirúrgicas estándar, y las mascarillas de alta filtración sólo son eficaces hasta 0,1 micras, lo que no filtra todos los virus con los consiguientes efectos potenciales para la salud. Sin embargo, un filtro ULPA (Ultra-Low Particular Air) es eficaz para eliminar las partículas submicrónicas del aire.

Referencias: Coalición Humo Quirúrgico

 

 

Profesiones implicadas
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Datos generales

Datos sobre los agentes cancerígenos:

  • Los costes directos de la exposición a Cancerígenos en el trabajo en toda Europa se estiman en 2.400 millones de euros al año.
  • Cada año, unas 120.000 personas contraen cáncer por exposición a agentes cancerígenos en el trabajo
  • Anualmente mueren más de 100.000 personas por cáncer relacionado con el trabajo.

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