Como soldador, tu función consiste en unir piezas metálicas calentándolas hasta el punto de fusión y aplicando presión para fusionarlas. Tu ocupación implica directamente la exposición a sustancias cancerígenas debido a la naturaleza de tu trabajo de soldadura y a los materiales que utilizas en la industria metalúrgica.
Los riesgos cancerígenos en la soldadura se derivan principalmente de la exposición a los humos y gases de soldadura generados durante el proceso de soldadura. Estos humos contienen diversas sustancias peligrosas, como óxidos metálicos, gases y partículas, algunas de las cuales son cancerígenas. Por ejemplo, los humos de soldadura pueden contener metales cancerígenos como el cromo hexavalente, el níquel y el manganeso.
Para mitigar estos riesgos, los soldadores deben dar prioridad a las medidas de seguridad y seguir las mejores prácticas en su entorno de trabajo. Esto incluye utilizar sistemas locales de ventilación por aspiración y trabajar en zonas bien ventiladas puede ayudar a reducir la concentración de humos de soldadura en el espacio de trabajo. Además, utilizar equipos de protección individual (EPI) adecuados, como respiradores con filtros diseñados para humos de soldadura, guantes y ropa protectora, para minimizar la exposición a sustancias peligrosas.