Se calcula que unos 5 millones de trabajadores de la Unión Europea están expuestos al polvo de sílice cristalina. Los polvos minerales suponen el mayor riesgo de enfermedades pulmonares ambientales en la minería, la construcción y algunas otras industrias.
La sílice cristalina respirable (RCS) está clasificada por la IARC como Cancerígeno del Grupo 1, lo que significa que se considera una causa definida de cáncer en humanos. El RCS puede causar enfermedades respiratorias graves e incluso cáncer de pulmón con una exposición prolongada, y el riesgo se produce por inhalación de polvo.
Dónde se producen los riesgos
La exposición al polvo de sílice se produce principalmente en la minería de superficie y subterránea y en la construcción (ingeniería civil y subterránea). En el campo de la ingeniería subterránea, cabe destacar las áreas de movimiento de tierras, construcción de rocas y excavación de túneles. Además, entre las ramas en las que se utiliza la sílice cristalina como materia prima figuran la industria del cemento, la industria química, cerámica y del vidrio (arena de fusión del vidrio), la industria de la fundición (arena de fundición) y la industria del caucho, los plásticos y las pinturas (masilla). Las emisiones de polvo a gran escala que pueden contener sílice cristalina respirable también son posibles en la agricultura o la horticultura. En la mayoría de los casos, los trabajadores están empleados en microempresas con un máximo de nueve empleados.
El polvo de sílice se genera principalmente durante la extracción y el procesamiento de materias primas que contienen minerales silíceos. Además, el polvo de sílice se genera en operaciones de procesamiento (principalmente mecanizadas y de alta velocidad) como el corte, aserrado, perforación, trituración y molienda de rocas, hormigón, asfalto, mortero, ladrillos y productos cerámicos. Otras actividades incluyen manipular, mezclar o palear materiales secos que contienen sílice cristalina, también procesos como el chorreado de aire comprimido con arena o vidrio pueden provocar una liberación de polvo de sílice.
El polvo que ya se ha asentado también puede volver a ser aerotransportado al ser levantado por vehículos o por el viento, lo que también puede exponer a las personas que se encuentren en la obra.
Más sobre la sustancia
La sílice cristalina o dióxido de silicio es el segundo mineral más común de la corteza terrestre. Se encuentra en cantidades variables en la mayoría de las rocas y constituye la mayor parte de los depósitos de arena del mundo. También se encuentra en la arcilla en cantidades más pequeñas. Los productos que contienen dióxido de silicio no son peligrosos. Sin embargo, durante la extracción y el procesamiento, es decir, la voladura, el corte, el astillado, la perforación, la molienda, etc. de productos que contienen sílice, pueden producirse pequeñas partículas que pueden llegar a los pulmones y ponerlos en peligro («sílice cristalina respirable»).
Peligros que pueden ocurrir
El principal efecto sobre la salud derivado de la inhalación de polvo de sílice cristalina es el desarrollo de silicosis. La silicosis es una cicatrización permanente de los pulmones debida a la inhalación de polvo de sílice. Al realizar un esfuerzo físico, se producen dificultades respiratorias que a veces se convierten en dificultad para respirar en reposo. Algunas personas también tienen tos con o sin expectoración. Los primeros síntomas de la silicosis pueden ser también una tendencia a desarrollar infecciones respiratorias. No está claro cómo causa exactamente el cáncer de pulmón la sílice cristalina respirable; la causa más probable es la acumulación de polvo en los pulmones. Su toxicidad dificulta que los mecanismos de defensa naturales del organismo eliminen el polvo, por lo que permanece en el tejido pulmonar y provoca una inflamación constante.
Qué puedes hacer
La mejor solución es evitar la formación de partículas mediante la sustitución, por ejemplo, utilizando productos con poco polvo (por ejemplo, productos de silo en lugar de productos ensacados). Si la sustitución no es posible, debe evitarse o, al menos, reducirse la exposición al polvo de sílice. Puedes conseguir la prevención o reducción del polvo utilizando métodos de trabajo con poco polvo y máquinas que trabajen con extracción o procesamiento húmedo. Limpia regularmente las zonas y salas de trabajo, evita los depósitos de polvo y, lo que es más importante, evita volver a levantar polvo durante la limpieza (es decir, no barras en seco ni soples, sino que utilices extractores de polvo o barredoras aspiradoras). Vigila continuamente si se forma polvo y es necesario adaptar las medidas de gestión de riesgos.
En el caso de actividades intensivas en polvo, las zonas de trabajo deben dividirse en áreas separadas en las que se pueda trabajar consecutivamente, para evitar que terceras personas entren en contacto con el polvo.
Los equipos de protección individual (protección respiratoria) sólo deben utilizarse como último recurso cuando las medidas técnicas no sean suficientes para proteger al usuario de la inhalación de polvos, vapores o gases nocivos. Sin embargo, para algunos lugares o tareas de trabajo, un respirador puede ser la única solución práctica.